jueves, 30 de octubre de 2008

Ahi estaba él.
Ahi estaba yo.
Una cuadra de distancia.
Mi pelo al viento, mi camisa desabrochada, mi pollera de colegiala y mi cara de mujer fatal dispuesta a llevarse al mundo por delante.

Ahi estaba yo decidida a, por fin, llamarle la atención.

Pero también estaba ella. Envidiosa y malintencionada como siempre.
No sentí su presencia.
La ignoré por completo.

Unos metros me separaban de él cuando por fin pude entender que ella no iba a dejar que mi amor fuera correspondido.
Mi pelo, mi camisa, mi pollera y mi actitud... al piso cuando me encontré con la baldosa floja.

Mi rodilla:
destruida.
Mi autoestima: todavía no la encuentro.
Mi amor platónico: creo que todavía se está riendo.




Ni una eh?, NI UNA!.

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